jueves, 7 de junio de 2007

Cortito.

Muchas veces en la calle, los negocios, la costa o en colectivos, padres y madres por igual se dirigen a sus hijos -con gestos cariñosos o iracundos, a media voz o a los gritos- mediante el extraño apodo de papi o mami.

Puede decir quien lee estas líneas que nada tiene de extraño que las criaturas sean rebautizadas bajo la categoría papi-mami, el problema comienza cuando movidos por una peculiar esquizofrenia los padres reparten papis y mamis sin importar el sexo de sus hijos. Sobran los ejemplos en que un pobre e inocente niño, ya inmerso en esta curiosa confusión genérica, responde a un mami. O una coqueta y simpática nenita es alzada y abrazada al grito de vení papi o papi que linda.

El problema en sus estadios más preocupantes ocurre cuando la gente aplica papi-mami a cualquier cosa: gatos, perros, vecinos y cajeros del supermercado por igual. Destacado fenómeno -patente ejemplo del delirio y la confusión que atenta contra la endeble identidad de las criaturas- se suma a la larga lista de maniobras de idiotización a las que son sometidos los chicos.

Si el tener que ser un “varoncito” o una nenita”, la dolorosa gran carga “genérica”, representa por si sólo un penoso y pesado trasto, no quiero imaginar las duras consecuencias que el fenómeno papi-mami tendrá en el desarrollo de estas personas .

4 comentarios:

Anónimo dijo...

qué bueno lo que escribiste mami!

S dijo...

mamamela

Anónimo dijo...

Me pareció tan bueno lo que escribiste que no sé qué poner!!!

peladoyosequesosunpeladoto

Anónimo dijo...

Los más afectados por el síndrome suelen andar patrullando las calles para decirte, cuando estacionás el auto en un lugar público: yo te lo cuido, papi.

E.