jueves, 7 de junio de 2007

Sábado tropical.


Si se nos invitara a establecer la especie química de una plancha de hierro, de oro, de cobre, por una parte, y a continuación la especie zoológica de un caballo, un buey o un cordero, estaríamos ante tareas fáciles; pero si se nos invirara a establecer qué "especie" representa el extraño ensamblaje de una plancha de hierro atada a un caballo, de una plancha de oro colocada encima de un buey o de un cordero que llevara un adorno de cobre, nos escandalizaríamos y declararíamos que es una tarea absurda. Que se halla inmediatamente situado ante esa tarea absurda es lo que el lingüista debe comprender de entrada. Trata de rehuirla, permítasenos la expresión en este caso demasiado exacta, saliéndose por la tangente, es decir clasificando, como parece lógico, las ideas para ocuparse despues de las formas, -o, a la inversa, de las formas para ocuparse después de las ideas-; y en los dos casos
ignora lo que contituye el objeto formal de su estudio y de sus clasificaciones, esto es, exclusivamente el punto de encuentro de ambos ámbitos.
(Ferdinand de Saussure)

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