jueves, 7 de junio de 2007

Una tarde.

Una tarde, en las vacaciones, mientras dormitaba en una playa de Brasil, un cangrejo se acercó sin ser visto y me atenazó con gentileza el dedo gordo del pie; ¿un pellizco, una advertencia? Yo me encontraba tirado boca abajo sobre un pareo “tomado” -se lo había, a pesar de los insultos y quejas, usurpado a M-, entre incrédulo y somnoliento vi como el cangrejo se alejaba presuroso ya cumplida su misión.

En ese momento el móvil del ataque me resultó del todo inexplicable, ya que los demás crustáceos se manifestaban temerosos y salían corriendo rumbo a su huequito en la arena ante el menor peligro. Mantuve el incidente en secreto, era más que obvio que nadie iba a creerme, atribuirían de seguro la anécdota a mi conocida incapacidad de mantener los recuerdos y situaciones al margen de la influencia deformadora de mi gótica imaginación.

Lo importante, sin embargo, es que aunque me sorprendió incluso a mí mismo, el ataque en cuestión ocurrió: un cangrejo, solitario e intrépido, se abrió paso entre las ondulaciones de la arena para cumplir la importante tarea de aplicar una suave presión sobre mi carnoso y peludo dedo gordo: despertate! despertate! parecía decir el pellizco.

A la vez que me paraba y veía al cangrejo saltar a su vivienda subterránea, observé que partiendo el cielo en dos un inmenso arcoiris alegraba el final de la tarde. Miré alrededor pero no encontré a nadie. La gente ya había despedido su día de playa y mis compañeras de vacaciones habían ido a caminar un rato. Me acomodé un poco el pelo y pasé una mano por la boca –tal vez en el transcurso de la siesta me hubiese baboseado-.

Ya sentado en el pareo y mirando fijamente el precioso arcoiris que en silencio me hacía compañía, pensé -a modo de hipótesis nomás- que tal vez el llamado de atención del cangrejo no respondía a un complejo presagio o señal a interpretar, sino simplemente a que el bichito me estuviese diciendo en su peculiar lenguaje algo así como:- “Despertate, pronto, que hay un arcoiris gigante.”

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ay... es la historia más tierna del mundo, creo.
Yo vi fotos de esos cangrejos y eran muy lindos.

Anónimo dijo...

mmmm para mí que esta historia es un gran invento de un usurpador de pareos...

S dijo...

Está todo documentado, igual las fotos son de otro cangrejo.

S dijo...

es verdad, fui atacado por un cangrejo.