Fantasmas perseguidos, olvidados, buscados de nuevo, a veces para una sola entrevista, con el fin de tocar una vida irreal, que enseguida huía; de esos fantasmas estaban llenos los caminos de Balbec. Y pensando que los árboles, los perales, los manzanos, los tamarindos iban a sobrevivirme, me parecía recibir de ellos el consejo de ponerne al fin al trabajo, mientras no sonara la hora del descanso eterno.
MProust
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